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lunes, 4 de enero de 2016

El arte barroco

Se conoce con el nombre de arte barroco una modalidad estilística que se produce en Europa durante el siglo XVII y que luego se prolonga durante casi todo el XVIII, aunque con modalidades nuevas y nombres diversos, según las zonas en que se desarrolla. El arte barroco que es por excelencia el estilo del siglo XVII, viene a ser una alteración de las formas clásicas y, a la vez, una mezcla de diversos estilos anteriores. Se produce así una manifestación que se presenta de diverso modo, según los temperamentos de cada país. Así el barroco septentrional es tan frío y mesurado que podría ser el estilo clásico en otros países. Tal acontece en Inglaterra, en que este estilo es conocido con el nombre de Lily. En Francia el barroco toma las designaciones de los reyes borbónicos, los famosos Luises XIV y XV. La base del estilo barroco francés debe verse en la rocaille, que genera el estilo llamado rocoto (impropiamente llamado rococó, ya que se trata de una palabra italiana), de ornato vegetal curvilíneo, que se combina en mil manifestaciones diversas. En el estilo Luis XIV, la rocaille es simétrica casi siempre, es decir, los adornos pueden dividirse por un eje vertical, en tanto que en el Luis XV la rocaille es asimétrica, es decir, no es igual en los dos lados, sino caprichosamente diversa. En Italia el barroco está representado por un gran artista: el Bernini, escultor y arquitecto, que llena a Roma de monumentos fastuosos y de esculturas dramáticas, en que el revuelo de los paños se une a la expresión exagerada de los rostros. Cuando el barroco se extrema, incurre ya en un mal gusto por la exageración de las libertades, y de esta manifestación es otro artista el corifeo: Borromini. En Alemania el barroco toma dos modalidades: es en el Norte severo y grave, en tanto que en el Mediodía es juguetón y travieso como el de cualquier país latino. En España el barroco sigue un desarrollo de sumo interés: al estilo severo y adusto del Escorial, sigue, como reacción, una mayor libertad en el empleo de los órdenes clásicos: se alteran éstos en sus proporciones, se rompen los entablamientos, se edifican frontones rotos, ya horizontales, ya terminados en espiral; se modifican las formas de puertas y ventanas y se produce una modalidad nueva en el arte, que tiene sus correspondientes tanto en pintura como en escultura. Este barroco pasó a América casi con las mismas formas que se han producido en España. El estilo plateresco, que había dominado a fines del siglo XVI y principios del XVII, dejó su lugar a esta modalidad que se adaptaba perfectamente al temperamento ardiente y sensual de América. Durante el resto del siglo XVII y principios del siguiente, las construcciones siguen esta modalidad y lo mismo la escultura que la pintura se adaptan a ellas, como veremos. En el siglo XVIII, el barroco español sufre una alteración: exagera sus libertades y se vuelve estilo puramente ornamental; casi toda la arquitectura puede reducirse a ornamentación escultórica. La fantasía de los artistas se aguza para producir obras que carecen de sentido constructivo, pero en las cuales la decoración es riquísima. Este estilo recibe el nombre de churrigueresco, por creer que proviene de un artista, JOSE CHURRIGUERA. En la actualidad se sabe que no fue él el principal autor de esta modalidad, pero el nombre hizo fortuna y se ha conservado para significar algo complicado, absurdo, exuberante. La reacción, en España, fue rápida contra este estilo, en que sólo se veía la locura y la sinrazón. En cambio, en América, sobre todo en México, el churrigueresco produce grandes monumentos religiosos que parecen encerrar el espíritu mismo de los habitantes del Nuevo Continente, que ya se había diferenciado de sus antecesores españoles. Las grandes iglesias de Tepotzotlán, Tasco, Santa Rosa y Santa Clara de Querétaro, el Sagrario y la Santísima de México, y el Santuario de Ocotlán en Tlaxcala, se cuentan, según el crítico inglés Sacheverell Sitwell, entre los más importantes monumentos barrocos del mundo. Digamos para concluir que el estilo barroco no es solamente una modalidad arquitectónica. Su amor por la luz, su tendencia a lo suntuoso tan de acuerdo con la pompa católica a cuyo ornato se aplica con frecuencia, su gusto por lo patético y su afán por asombrar y sorprender, influye también en la pintura y la escultura de la época, con distintos matices según los países y las individualidades artísticas en que se manifieste. Sin embargo, puede ser el denominador común de todo el arte del siglo XVII, que pasaremos a estudiar en los capítulos siguientes. Velázquez, Rubens, Rembrandt, cada uno a su modo, han sido pintores barrocos, tanto como Caravaggio y Zurbarán
PLUTON Y PROSERPINA. Bernini fue el típico representante de la escultura barroca, efectista y complicada, que privó en todo el siglo XVII. (Museo Borghese, Roma)

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